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EL ESPEJO

  • Daniela Vidal
  • 14 mar 2016
  • 2 Min. de lectura

Y me he quedado pensando en esos “para siempre” que ahora son lágrimas en el rostro de alguien que no reconozco. Ella está ahí mirándome fijamente, está muy triste (me siento triste por ella). Soy yo la que piensa en esas promesas eternas que hicimos juntas en momentos de éxtasis y extrema felicidad, sueños que hoy no se cumplen y otros que no se cumplirán jamás, pero es ella la que derrama desilusiones por todo su rostro, observo como unas se quedan en la oscuridad de sus ojos y como otras corren buscando un lugar donde por fin descansar, al parecer muchas llegan al borde de su quijada y caen sin pensar que se irán por el sifón para mezclarse con infinitas tristezas de otra gente. No sé qué hacer para que se sienta mejor, con mi mano intento resucitar el corazón como diciéndole: -BASTA! sé es imposible tocarlo, pero creo que agarrar con brusquedad el pecho haciéndole sentir mis uñas intranquilas produce un poco de miedo, pero de ese que te hace parar de llorar. Ella se calma un poco, sonrío porque creo que funciona, me quito el cabello de la cara y la lavo, enseguida al levantarme para verla, ella también tiene su rosto limpio de desilusiones, supongo que se las ha tragado.


Tiene los ojos hincados y su nariz roja pero sabe que tiene que detenerse o la noche será más larga de lo que aparenta; ahora soy yo quien la mira fijamente, no la reconozco ¡lo intento! Sé que la he visto antes pero no sé dónde ni cuándo, vuelvo a lavarme la cara para ver si recuerdo donde he visto ese cabello de múltiples colores, esas cejas que me encantan (si tuviera confianza se las acariciaría) y de repente recuerdo haber visto antes esos dientes grandes, espero un poco antes de asegurarme y decirle algo, pero es cierto! los vi haceun tiempo en una sonrisa, en una hermosa sonrisa que destilaba olor a cigarro y chicle, olor a felicidad y amor, estoy a punto de preguntarle qué le pasa pero ella se me adelanta, es como si me hubiese leído la mente: -qué pasa? Y es ahí en un momento de silencio agotador cuando siento la desilusión recorrer todo mi cuerpo hasta salir corriendo por mis oscuros ojos. Le respondo rápido para que no se me delante de nuevo: -es la desilusión de no reconocerme ante un espejo. Ella seca mis lágrimas y apaga la luz, yo también me voy.


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